martedì 18 agosto 2015

El aula cósmica . Joel L. Whitton - Joe Fisher . I parte

"Elegimos nuestras alegrías y penas mucho antes de experimentarlas".
Kahlil Gibrán. Arena y espuma




El envión es esencial para la evolución personal. Sin eso no habría aprendizaje, no habría nada que dirigiera el alma entre la miríada de experiencias que aparecen en el transcurso de los viajes de encarnación en encarnación.
Ese impulso, su ímpetu, es totalmente autogenerado y se conoce por una palabra sánscrita que se ha instalado con firmeza en otros idiomas:"karma".

El karma es lo que los individuos han puesto en movimiento por sí mismos de vida en vida, por sus motivaciones, actitudes y conducta.
Aceptar el karma es reconocer que el mundo es donde actúa la justicia natural: no puede haber injusticia, desigualdad y desgracia si todos los estados del ser humano surgen como resultado directo de la conducta pasada.
El karma une la responsabilidad por uno mismo a la ley de causa y efecto; las acciones en las vidas dan forma y contenido a la continuidad personal y al destino de cada uno.

Dijo Gautama Buda:" Si quieres conocer el pasado, mira tu vida presente. Si quieres conocer el futuro, mira tu vida presente".

Por su definición tradicional, el karma es un sistema de justicia sobre la base de la retribución que perpetúa el renacimiento y determina la forma y el lugar de cada encarnación sucesiva.

Los antiguos enseñaban que el karma sigue una filosofía del tipo "ojo por ojo", que sostiene que tarde o temprano el individuo experimentará las alegrías y las penas que creó para otros.
Pero la vida no tiene que funcionar de esa manera: el karma es esencialmente aprendizaje. Es el principio que hace funcionar todas las cosas que hacen posible el desarrollo del alma.

Aprender es vital, pero la forma en que se realiza el aprendizaje, sea por un intercambio violento, por la dedicación laboriosa o la introspección refinada, tiene poca importancia.

Por cierto que el servicio es fundamental para el proceso. La declaración" cuando ayudas a otros te ayudas a ti mismo" surge como la base de la ley kármica.

Jesús aconsejaba "amaos los unos a los otros".
No existe mejor consejo para los que buscan el camino más directo para reducir la acumulación  kármica.

Mientras que los hindúes y budistas en sus textos representan a la humanidad atada a la rueda del renacimiento por las correas del karma, existe una visión más instructiva del funcionamiento del karma. La representación es la de toda la raza humana trabajando en un aula cósmica en la que, vida tras visa, aprendemos lección tras lección.

Todos somos a la vez alumnos y maestros y tenemos el poder, por nuestras acciones, de dirigir nuestro propio curso de aprendizaje.

Ese es en esencia el mensaje del Brihadaranyaka Upanishad:
"Como un hombre actúa, en eso se convierte ...
 Lo que un hombre desea, así es su destino."

Extraído y adaptado: " La vida entre las vidas". Whitton and Fisher

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